POR ROGELIO MORENO SÁNCHEZ.

En este espacio quiero compartir las vivencias que escribió mi padre sobre su infancia. La muerte nos lo arrebató hace poco y estas pequeñas memorias quedaron inconclusas. Las escribió para compartirlas con todos aquellos que le querían a él y a su Zafra y esta red infinita permite que esto pueda ser una realidad.


martes, 18 de septiembre de 2012

Parte II

Foto de los semicordimarianos. Mi padre en el centro sujetando el sombrero

Algunas veces, los estudiantes, que ya digo se preparaban  para ser sacerdotes, nos preguntaban  si  nos gustaría estudiar para cura. No me lo planteé nunca, pero a mis 11 años aquello de estudiar esa carrera tan compleja me parecía una cuestión inalcanzable. Los claretianos, compaginaban sus estudios  de teoría con otros que podían denominarse como clases prácticas. Es decir, aprender a “lidiar” con el personal. El personal, de momento, éramos nosotros que teníamos mucho que torear. Para éstas prácticas crearon una Asociación de jóvenes llamada Cordimariana.
Llevar a cabo esta tarea pastoral, y atraer aquella juventud un tanto aletargada, en una sociedad que  carecía de casi todo, fue una tarea relativamente fácil. Se necesitaba un espacio físico, y  para ello nada mejor que poner un campo de fútbol para toda aquella legión de pequeños y jóvenes que teníamos pocos sitios donde ir, además gratis total. Habilitaron, en una parcela de su huerta, un pequeño campo de fútbol,  pero que a nosotros nos parecía el Santiago Bernabéu. Esto era para la parte deportiva, que era la que mas valorábamos por entonces.
Luego había tres habitaciones, bastante amplias, para las muchas actividades que allí se realizaban. Dichas dependencias tenían su entrada por el extinguido pilar “El piojo”. A la izquierda había una habitación que servía para las charlas que nos daban, y también para algunas películas que nos echaban con una máquina de 15 mm. Desde luego películas para todos los público. Ahora recuerdo la que se lió con una película 3R que pusieron en el Salón Romero. Su título era Trapecio, donde Gina Lollobrigida, ligerita de ropa, pues su papel era de una estupenda trapecista; mantenía dos amores al mismo tiempo con Tony Curtis y con Burt Lancaster. Aquello era un pecado mortal de los gordos. A los que se atrevieron a ir les costó la expulsión, por lo menos temporal, de aquélla asociación cordimariana, y digo temporal porque con una confesión arrepentida con el Padre Urquiri ya podías volver.
Las otras dos habitaciones, que quedaban a la derecha de la entrada, estaban habilitadas para jugar al ping-pong y al billar, aunque al billar casi ni lo olíamos porque lo copaban siempre los mayores, o sea, los cordimarianos y nosotros éramos semicordimarianos. “Semi” nos decían para abreviar. Aunque los había más pequeños: los infantes. Estos ni billar ni ping-pong ni nada. Allí existía la ley del más fuerte. Claro que siempre podían existir algunas excepciones...(continuará)

2 comentarios:

  1. gracias marga por hacer realidad algo que a papá le estará conmoviendo allí donde esté:compartir sus escritos y saber que estamos orgullosos de él y que nunca nos despediremos. te quiero, hermana.

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  2. Me he emocionado Isa. Ojalá sea verdad que de alguna manera le ha llegado este blog y lo que supone para nosotros. Te quiero hermanita pequeña

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