Foto en la entrada del Rosario |
Recuerdo un día que intentó quitarme el taco del
billar un cordimariano, me rebelé por aquello que yo consideraba una injusticia
y quise “atizarle” con el taco. Se metió bajo la mesa de billar, para esquivar
mis intenciones, y yo salí con una
rabieta enorme para mi casa, y sin poder haberle propinado un buen “tacazo”. El
padre Díaz, que era el que “lidiaba” con
nosotros, fue tras de mí alcanzándome en el Arco del Cubo.
-Como sigas con ese genio vas a tener más de
un disgusto en la vida. Así que cálmate. Cuenta siempre hasta diez. Y ahora
volvamos y pide perdón, ya que si persistes en tu actitud nos veremos obligados
a expulsarte.
Y como a mí me gustaba mucho jugar al fútbol...Por
otro lado, pensé en mi madre que se pondría como una fiera por la expulsión.
Aunque lo que me hizo desistir con más
fuerza del berrinche es pensar que todos mis amigos estaban allí y yo tenía que
seguir con los “Semi”. No vi otra manera de seguir jugando al fútbol, que deponer mi actitud. Me amansé y todo terminó bien, después de haberme tenido que “bajar los
pantalones” ante aquél energúmeno de cordimariano.
En la sala donde jugábamos al ping-pong teníamos un
armario donde guardábamos las camisetas, los pantalones de deportes y las
calcetas, y cuando abríamos las puertas el hedor intenso que desprendía era
como un olor a revoluto de sudor juvenil y añejo por el tiempo que llevaba sin
lavarse aquellas prendas. La verdad es que aquel olor era único y nunca más he
vuelto a percibirlo.
Teníamos dos o tres balones, pero no se crean que se
parecían en algo a los balones actuales de fútbol . ¡Qué va! Aquellos balones
eran de un cuero duro y cuando le dabas de cabeza te quedabas como los
boxeadores, un poco grogui. Nunca me han pegado con un guante de boxeo, pero me
imagino que rematar de cabeza con aquellos balones y un guantazo de Uzain tenía
que parecer igual. Aquellos balones duraban muchísimo tiempo, porque cuando se
descosían, allí estaba el padre Domínguez para coserlos, y luego siempre había
dos o tres voluntarios para darles un poco de grasa por las costuras. Quedaban
como nuevos, al menos eso nos parecía a nosotros (continuará en parte IV...)
Años felices. Recuerdos de infancia inolvidables. Recuerdo a todos incluso la mayoría con sus nombres. Debes añadir que el equipo de cordis fue campeón local de fútbol y ganamos la copa en juego con el inolvidable padre Martín aquel aragonés que tú citas cómo nuestro director en aquellos años. Recibimos una formación de privilegio. Fuimos afortunados. Mis afectuosos saludos y abrazos a todos los que están y otros que faltaron en las fotos.
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