POR ROGELIO MORENO SÁNCHEZ.

En este espacio quiero compartir las vivencias que escribió mi padre sobre su infancia. La muerte nos lo arrebató hace poco y estas pequeñas memorias quedaron inconclusas. Las escribió para compartirlas con todos aquellos que le querían a él y a su Zafra y esta red infinita permite que esto pueda ser una realidad.


domingo, 11 de noviembre de 2012

Parte IX



Por aquéllas fechas con 14 años, mi constitución era más bien endeble. El caso es que un domingo fuimos a Sevilla a jugar con los estudiantes del colegio de los claretianos, que éstos tenían en la capital Hispalense. El equipo rival que componían los chicos sevillanos, además de los 17 o 18 años, tenían un físico mucho más fuerte que el mío. Ante estas perspectivas, sumándole el mareo, que por aquellas fechas me producían los autobuses, dije que no me encontraba bien y no jugué ese partido. La verdad es que siempre fui un poco medroso en el fútbol. Luego me alegré de no jugar viendo el resultado al final de aquella “batalla”. A Ricardo Yuste le dieron una patada en la frente y le tuvieron que dar cuatro o cinco puntos de sutura. 

Luego ya fui cogiendo confianza y no desaprovechaba la ocasión de jugar si había alguna vacante en el equipo de los mayores. Un día jugamos un partido en Jerez de los Caballeros, y allí tuvo su bautismo de sangre el padre Martín. Los ánimos se caldearon y como este cura se metía en todos los líos, le arrearon  una pedrada  haciéndole una buena pitera. Así, es que en esos momentos se dio por finalizado el partido, no sin antes llamarle "hijo de puta" al agresor. El padre Martín era un tipo peculiar y bastante apasionado. El caso es que yo observaba como tenía predilección por los que jugaba al fútbol, a los otros no les hacía ni torta de caso. Los Angulo, Siso, Macario…. Los tenía en palmitas, y creo que si hubiera que absolverlos de todo pecado, por muy gordo que fuera, lo hubiera hecho sin pestañear. Este cura, aragonés, con carácter, tenía el pelo rubio, y yo creo que por eso el mudo lo llamaba “cura cato”. 
El mudo, que se llamaba Francisco, vivía cerca del bar “La fea” y le gustaba el fútbol una barbaridad. Tenía la inteligencia de ser siempre hincha de un equipo que fuera en cabeza en la liga española. Así, si era el Real Madrid, decía “la ramonina”, si era el Barcelona “pantalona”, si era el Sevilla “la guitarra” el Atco. de Madrid “pájaro”. El siempre iba con el que ganaba, así no tenía problemas de depresión ninguna. Apostaba sobre seguro.
(continuará en la parte X. Mi calle)

No hay comentarios:

Publicar un comentario